En Arles

Quería ver una luz diferente; creí que observar la naturaleza bajo un sol más claro podría dar una idea más cabal de la manera en que sienten y dibujan los japoneses.Vincent a Theo

En febero de 1888, Vincent deja París y decide irse a Arles, en el sur de Francia, cerca de la desembocadura del Ródano, en busca de un paisaje más luminoso, bajo un sol más fuerte.

En esa parte de su vida se dedica a pintar el paisaje provenzal con pasión y con una dedicación obsesivas.

El puente de Langlois

El puente de Langlois
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El puente de Langlois
Van Gogh (1888)

En este primer cuadro van Gogh pinta el puente de Langlois. En este caso, la influencia de las estampas japonesas es decisiva. Vincent ya había copiado alguna estampa de Hiroshige con el tema del puente.

En este caso van Gogh se deleita con la plasmación de la limpia atmósfera provenzal. Las pinceladas alargadas y empastadas se alternan magistralmente en tonos fríos y cálidos para configurar el reflejo del puente sobre el agua. La sensación de profundidad se consigue aclarando el azul cerca de la línea del horizonte. La diagonal de la ribera en la esquina inferior derecha aporta dinamismo a la composición y acerca al espectador a la contemplación del paisaje.

El puente, símbolo de paso, de transición entre la juventud y la madurez, es un tema enormemente sugestivo, que había apasionado a los impresionistas de la vieja escuela. Van Gogh ha añadido dos cipreses, símbolo de la muerte, hacia los que se dirige la carreta y la mujer que está sobre el puente. ¿Significa algo la gran nube blanca que hay a la izquierda (detrás) de los cipreses? Van Gogh, que era un maestro de la sugestión simbólica, transforma una estampa aparentemente anodina en una alegoría de la vida como camino hacia la muerte.

Café de noche. Interior

En mi cuadro Café de noche he intendado expresar que el café es un lugar en el que uno puede arruinarse, volverse loco, cometer un crimen.Vincent a Theo

En su estancia en Arles, van Gogh no trabajaba sólo sobre motivos al aire libre. Una excelente muestra del uso del color arbitrario con fines expresivos es este Café de noche. Interior. El objetivo de Vincent era transmitir, mediante el color, una atmósfera de soledad y degradación semejante a la que había logrado, por ejemplo, Degas con su obra El ajenjo.

Café de noche. Interior
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Café de noche. Interior
Van Gogh (1888)

En la composición de la escena, destaca el punto de vista muy elevado y en diagonal. Una puerta abierta provoca una mayor sensación de profundidad. La perspectiva está algo distorsionada, subordinada a las necesidades expresivas del artista.

El cuadro es una auténtica sinfonía de uso arbitrario del color a base de pares de complementarios. Es llamativa la contraposición del verde (techo, mesa de billar, mostrador con botellas) contrapuesto con el rojo de las paredes. Van Gogh se muestra más comedido en la contraposición del azul de los veladores con el naranja de las sillas. Con este vigoroso uso del color van Gogh dejó escrito a su hermano Theo que buscaba «crear una atmósfera de horno infernal, de azufre desvaído, para expresar el poder de las tinieblas de un tabernucho.»

En esta escena de interior, la luz proviene únicamente de las lámparas del techo, y de la habitación que se abre en la pared del fondo. En esta atmósfera asfixiante aparecen varios parroquianos juntos en el mismo local, pero en una pesada soledad.

Café de noche. Exterior

Aquí tienes un nocturno pintado sin una mota de negro, sólo hecho a base de un maravilloso azul, violeta y verde.Vincent a Theo

Café de noche. Exterior
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Café de noche. Exterior
Van Gogh (1888)

En este otro cuadro se recoge la terraza en el exterior de otro café. Aquí la intención expresiva de Vincent es diferente: se olvida de la sordidez y la sordidez para centrarse en la alegría de disfrutar de un rato agradable en buena compañía. Hay una especie de lucha entre la iluminación natural de un maravilloso cielo estrellado y la luz artificial de la lámpara de gas que ilumina la terraza. En este caso, la contraposición de complementarios es entre el azul-violeta (del cielo y edificios lejanos) y el naranja-amarillo (de la tarima, la pared y la parte inferior del toldo)

La composición es más clásica, con una perspectiva con el punto de fuga en el centro. El verde de un árbol recortado en la parte superior derecha, así como el portal también cortado en la parte izquierda facilitan la sensación de inmersión del espectador en la agradable plaza.

La habitación de Vincent en Arles

Esta vez se trata simplemente de mi dormitorio; por lo tanto, solamente el color debe hacerlo todo.Vincent a Theo

Cualquier cosa podía servir a van Gogh como motivo de trabajo. Lo esencial era el tratamiento cromático que se le daba para transmitir el estado de ánimo del pintor.

En el caso de su habitación Vincent transmite un uso expresivo del color: la silla era más oscura, pero la pinta amarilla (su color predilecto en Arles). También sabemos que el suelo era de baldosas rojizas, que se transforman en un color rosa terroso. Las paredes en realidad eran blancas, pero Vincent, para reforzar la viveza del color elige para ellas un azul claro, complementario de los naranjas y amarillos predominantes en los objetos. Los toques de rojo en la manta de la cama y de amarillo verdoso en ventanas y sillas añaden viveza al conjunto. Al marcar el dibujo en negro, se consigue enfatizar aún mas el uso de los colores llenado los objetos.

La habitación de Vincent en Arles
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La habitación de Vincent en Arles
Van Gogh (1888)

La pincelada es tremendamente pastosa. Con frecuencia pintaba con los colores extraidos directamente del tubo, sin mezclas. Por eso gastaba mucha pintura, y cada poco pedía colores a su hemano Theo. Al aplicar el color sigue la veta de la madera, reforzando su presencia.

En cuanto a la composición, la perspectiva y el tamaño relativo de los objetos están deliberadamente distorsionados. Sabemos que las paredes izquierda y la del fondo formaban un ángulo de 120 grados, por lo que la mesa está paralela a la pared del fondo. Esto también explica que la cama parezca más cercana al fondo en nuestra parte izquierda que en la derecha, dejando sitio para la percha con las ropas.

Hay críticos que han querido ver en la repetición de parejas de objetos (dos almohadas, dos pares de cuadros, dos sillas...) una plasmación simbólica de los deseos de afecto del artista.

Noche estrellada sobre el Ródano

Noche estrellada sobre el Ródano
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Noche estrellada sobre el Ródano
Van Gogh (1888)

En septiembre de 1888, poco antes de la llegada de Gauguin a Arles, Vincent disfrutaba pintando escenas nocturnas. Esta es una de las más bonitas. La convivencia de las estrellas en el cielo, con los reflejos de las luces de lámparas de gas de la ciudad de Arles sobre el agua del río Ródano es sencillamente maravillosa.

En la parte inferior un detalle conmovedor; en palabras del propio Vincent en una carta a su hermano: «Dos figuritas coloreadas de enamorados en primer plano». Pero no son dos enamorados cualquiera: mirados con atención resultan ser una pareja de ancianos que pasean a la luz de las estrellas. Próximas a ellos, hay unas barcas en el recodo del río. Esta obra emana una poesía que cala hasta en los espíritus menos sensibles.

Su fiebre creativa de esta parte de su vida le llevó a pintar sin descanso una media de una obra cada dos o tres días. Para pintar los nocturnos utilizaba velas prendidas alrededor de su sombrero y del lienzo. Este tipo de extravagancias provocó la desconfianza de los vecinos de Arles, que empezaron a llamarle «el loco del pelo rojo».

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Café de noche. Interior
Café de noche. Exterior
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