Pierre-Auguste Renoir (1841-1920)

Renoir fue un impresionista que se distingue de Monet, Pissarro y Sisley por dedicar un mayor esfuerzo al estudio de la figura humana, y por no cultivar el paisaje de manera destacada y casi exclusiva. En esto coincide con Edgar Degas, también interesado primordialmente por las figuras humanas (femeninas, sobre todo, como Renoir) y también por las escenas de interior.

En nuestro estudio de la obra de Renoir, nos centraremos primero en algunas obras de su etapa impresionista, como son El baile del Moulin de la Galette, El columpio, y El almuerzo de los remeros. Continuaremos con una muestra de su trabajo posterior sobre la figura femenina humana, concediendo preponderancia al dibujo, y alejándose así de la técnica impresionista. A esta etapa se le denomina «ingresca», porque resalta el dibujo, del que Ingres era un ardiente defensor. Concluiremos comentando una obra característica del final de su vida, denominada etapa «roja» por algunos críticos, donde vuelve a la pincelada suelta propia del Impresionismo, cobrando mayor protagonismo el color.

Renoir

Pierre-Auguste Renoir nació en la ciudad francesa de Limoges, conocida por sus cerámicas, en 1841. Muy pronto su familia se trasladó a París, y el joven Renoir a los 13 años ya decoraba hábilmente porcelanas, en un taller especializado. Seguía cursos nocturnos en la Escuela de Dibujo y Artes Decorativas, y su entusiasmo por el arte era tal que visitaba el Lovre cuando podía para copiar obras de los grandes maestros. En 1864 conoció a Diaz de la Peña, un viejo maestro de la «Escuela de Barbizon», con quien aprendió a observar la naturaleza y a amar el color.

Hacia 1862 Renoir ingresó, gracias a unos ahorros que consiguió decorando porcelana, en la academia de Gleyre, donde coincidió y trabó una buena amistad con Monet, Sisley y Bazille. Poco después conocerá a Pissarro y Cézanne.

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