Una vista de Marsella

El trabajo de los neoimpresionistas fue durante mucho tiempo objeto de mofas y burlas. El reconocimiento tardó en llegarles. Una primera muestra fue que Signac fue el primer extranjero en ser aceptado en 1890 como miembro de un grupo de artistas de vanguardia belgas, que se hacían llamar los XX (los veinte).

Como resultado de los estudios que hizo de los artistas del pasado desde Delacroix, publicó en 1899 una obra que sería el manifiesto del Neoimpresionismo: De Delacroix hasta el Neoimpresionismo.

Una gran afición que Signac mantuvo junto con su pasión por la pintura fue la navegación a vela. Llegó a poseer varios veleros con los que recorrió todo el Mediterráneo. Llamó a uno de sus barcos «Olympia», como la obra de Manet. Con frecuencia hacía bocetos con la técnica de la acuarela que posteriormente le servían para componer obras con el estilo divisionista.

Pincelada

Una vista de Marsella, Paul Signac, 1905
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Una vista de Marsella
Paul Signac (1905)

Este es el caso del cuadro que nos ocupa. La vista del puerto de Marsella fue un tema que pintó en varias ocasiones. La tela que tenemos delante es un estupendo ejemplo de la típica pincelada casi rectangular de Signac. Cada pincelada venía a ser como una tesela de un mosaico pictórico.

Color (1)

Detalle

Detalle de
Una vista de Marsella

También en esta obra es notable el uso que hace Signac del color para conseguir efectos luminosos aplicando la «ley del contraste simultáneo». Las pinceladas de colores puros aparecen complementadas por colores secundarios, para crear un vibrante efecto de luminosidad a través del color:

1. La luz del sol se simula con pinceladas de amarillo, en contraste con el violeta del perfil de la ciudad en el horizonte. Signac también esparce pinceladas de amarillo complementadas con violeta en los reflejos de la luz sobre el agua.

Color (2)

Detalle

Detalle de
Una vista de Marsella

2. En los cascos rojizos de los barcos de la izquierda abundan los toques de verde. Signac incluso pone un casco verdoso al lado de otro con una franja rojiza.

Composición

Signac logra el efecto de profundidad al emplear colores más tenues en los elementos más alejados, y más vivos en los cercanos (que están a ambos lados del lienzo). La barquita con figuras humanas cumple una función de enlace entre el resto de los elementos compositivos de la imagen.

Por último, es destacable el logrado efecto de contraste entre las líneas de color horizontales del agua del mar, y las verticales de los mástiles de los barcos, lo que aporta equilibrio al conjunto.

 

En la última etapa de su vida Signac (de ideas anarquistas, como Fénéon y Pissarro) presidió el Salón de los Independientes (de 1908 a 1934). Su labor supuso un estímulo para los fauvistas y cubistas, a quienes animaba sin descanso a exponer sus obras.

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